miércoles, 29 de septiembre de 2010

Entrega


Que la luna se engarce
en el brillo de tu pelo,
que tu torso masculino,
motivo de mis desvelos,
tus dedos, garras sensibles,
se adentren en mis anhelos
y prenda en mis contornos
un grande calor de fuego.
Y así, desnuda en tus brazos
naveguemos mar adentro,
tú, sin ropa, yo, mojada
por tu lengua y por tus besos.
Tú, deseoso, yo, entregada,
y los dos en un concierto
de gemidos y suspiros
todo el aire bauticemos
con la música que solo
puede inspirar el deseo,
aquel que cuando se realiza
emprende un raudo vuelo
elevando a las caricias,
que van escalando al cielo.