lunes, 3 de mayo de 2010

Escrito en colaboración con Jorge Horacio


Al paso dilatado de una espera
que reúne impaciencia y ansiedades,
guardo para tu acento una querencia,
para tu indispensable compañía
una apetencia,
y a la melancolía por tu ausencia
una dolencia
que me sume en congojas y pesares.
Y por no volverte a ver junto locura
y negarte a que te vea duele tanto
que me tiro en el pozo del espanto
al no hallar el remedio de mi cura.
No me niegues el calor de tu mirada,
no te hagas inclemente a mi deseo
dame algo de tu encanto, amada mía,
que por solo una palabra yo me muero.