viernes, 19 de marzo de 2010

Heraldos celestes


Esta es la noche. Todo esta en marcha,
las puertas se abren, caminan las almas.
El rumbo está fijo, las cartas echadas,
patéticas voces proclaman alzadas
en rabia furiosa, reclamos por nada.
No tienen piedad, arengan venganzas,
las súplicas cuentan lo que cuenta el agua
cuando se evapora bajo el sol que abrasa.
Aves peregrinas son las buenas almas,
de este mundo oscuro… una huella alada.
Las puertas se abren. Con gozo en la entraña
ellas dan su vida por honrar la causa
y preservar aquella que vendrá mañana
que, después de muertas, les es esperada.
Los Diez Mandamientos han sido ultrajados,
pero su conciencia no será acallada.
Ellas tienen fe solo en La Palabra
y la Inquisición, establecido en juez falso,
buscó corromperlas, torturó sus cuerpos,
dictó sus sentencias y las echó al cadalso.

Se abren las puertas, heraldos celestes
derrochando paz, gozo, mansedumbre,
caminan con pausa…
Una senda angosta guía sus pisadas,
no hay incertidumbre en aquellas caras.
Ellas aseguran que La Luz que alumbra
esta, su hora aciaga, pago del suplicio
que ahora recogen, será su Testigo
leal, verdadero, el día del Juicio
de todas las almas.

Dedicados a todos aquellos que han defendido con su vida los 10 mandamientos escritos con el dedo de Dios y se encuentran en el libro de Éxodo cap. 20 de la Santa Biblia.