Asomaste a mi vida una tarde de silencios,
cuando nada esperaba de la vida,
cuando el quieto transcurrir de los minutos
se agolpaban rutinarios, y a medida,
que te iba descubriendo, de a poquito,
mas adentro de mi alma te metías.
Y te hacías más tangible y más presente,
con la vista te abrazaba, con mis ojos te seguía.
Y se fueron sucediendo las semanas,
cuando nada esperaba de la vida,
cuando el quieto transcurrir de los minutos
se agolpaban rutinarios, y a medida,
que te iba descubriendo, de a poquito,
mas adentro de mi alma te metías.
Y te hacías más tangible y más presente,
con la vista te abrazaba, con mis ojos te seguía.
Y se fueron sucediendo las semanas,
y los meses y los años y la vida,
y nunca me animé a confesarte
el secreto que mi espera arremetía.
Puse tu nombre en la estrella más lejana
y alcanzarla fue en mi una osadía.
Y si arriesgada fue mi espera, no me culpes,
ni te culpes de ser tú quien pretendía,
no se pueden sofocar los sentimientos,
ni se pueden controlar las alegrías
que provocan tan solo el nombrarte
o el pensarte, o el soñarte, o estar viva.
No te culpo de mi espera tan estéril,
ni me culpes que te quiera todavía.
y nunca me animé a confesarte
el secreto que mi espera arremetía.
Puse tu nombre en la estrella más lejana
y alcanzarla fue en mi una osadía.
Y si arriesgada fue mi espera, no me culpes,
ni te culpes de ser tú quien pretendía,
no se pueden sofocar los sentimientos,
ni se pueden controlar las alegrías
que provocan tan solo el nombrarte
o el pensarte, o el soñarte, o estar viva.
No te culpo de mi espera tan estéril,
ni me culpes que te quiera todavía.