lunes, 26 de octubre de 2009

Una historia

El sol parado en el cenit,
Con su calor más innoble,
Juega desigual partido
Con un hombre solo y perdido
Que busca refugio tendido
Bajo la sombra de un roble.

La sed empieza a vencer
La cordura que le queda
Y el calor que exaspera
Saca afiladas garras.
La desesperación desgarra
A aquel que la lleva puesta.

Una a una se asesinan
Todas las matas del campo.
Los vahos van aleteando
Unas figuras chinescas
Que alucinado no las pesca
Y a su lado pasan cantando.

El viento morrudo y torvo
En séquito con la tierra
Va clavando de cuchillos
Afilados que laceran
Todo el cuerpo del paisano
Que en lenta agonía espera.

Pero al caer la tarde
El aire se va domando
Salen las bestias del campo
A su caza de rutina.
Con torva mirada mezquina
Al hombre van merodeando
Y el infeliz se va aprestando
A que lo pasen por encima.

Pero cuando clama el hombre a Dios,
Nunca deja de ser escuchado.
Un ángel se le pone al lado
Y lo ayuda a levantarse.
La fe salva a los que piden
Y nunca van a chasquearse.