Un día cualquiera, cuando el sol se esconda
me sentaré a la lumbre de la luna en mi jardín,
y acompañada por estrellas titilantes
y el fresco aroma del verdor de los veranos,
evocaré que feliz he sido yo a tu lado.
Habrá, eso si, pasado mucho tiempo,
pero no será un tiempo que haya pasado en vano.
Será un tiempo que aliviane los dolores,
las ausencias, los rencores y el hartazgo.
Será un tiempo sabio que me enseñe a valorar
lo mejor de aquello que vivimos y que me has dado,
y surgirán dentro del pecho, sentimientos depurados,
entonces tendré paz, y estaremos a mano.
Tu memoria jamás caerá en el olvido
aunque a veces, el verbo retocado,
te exalte mas allá de lo debido,
pero esas son trampas que usa el tiempo y el pasado.
Te sacaré del arcón de lo prohibido
para colocarte en mi mesa, en un retrato
y aceptaré que fuiste parte de mi vida
sin enojos, ni añoranzas, ni reclamos.