Se adelanta con pasos muy firmes
y con una adustéz sin medida,
lleva un signo solemne en la cara
y sus ojos de fuego, intimidan.
No es raro que el reo le tema
a la firme y honesta Justicia
que con tanta equidad le reparte
a cada uno la justa medida;
de lloro y castigo al culpable,
y al inocente devuelve la vida.