martes, 27 de abril de 2010

No se conduela


No se conduela, amante, no se conduela,
los amores que se van no se reclaman.
Quizás usted pensó que mi lamento
se haría tan agudo, y la guadaña,
que arrasa a cada hálito de vida
sería la que a mi me custodiara
en adelante, cuando su compañía
se me hiciera tan ausente y tan negada.
Pero ya ve, aquí me tiene, y estoy viva,
las horas de el día no me alcanzan,
su voz se pierde lento en el recuerdo
y otras voces han venido a suplantarla;
su figura, que para mi era don preciado
hace rato que dejé de atesorarla
y el sustituto de su risa tan alegre
se transforma en la risa encantada
de tantas nuevas cosas que descubro
de tantos nuevos goces que me embargan.
Y no digo que lo suyo ha sido malo,
al contrario, lo amé de mil maneras,
pero algo ocurrió en el intervalo
y se cayó su amor por las laderas
de las dudas, del tedio y el desgano
y no hay nadie mas que yo quien se conduela.