No hay palabra, no hay sentido…
se agita el recuerdo y dormita el olvido,
bajo tu cabeza, pena el ave, herido,
y bebe las lágrimas que corren cual río.
Y para que entiendas, me aferro, prosigo,
y en callado vuelo, rondo tus latidos,
y me echo fuera, frente a tu postigo
esperando salgas ¡salgas! te lo pido.
Bueno, no es el día, nada ha sucedido,
ya quizás mañana tus ojos cansinos
sosieguen mi alma, cubierta de frío,
y con la mirada, le des un abrigo.
¡Vamos! ¿No me escuchas?
Silente suplico,
pero con mis ojos, al amparo esquivo
de un deseo ardiente
brota como un grito…
Que tu vista poses sobre mis sentidos.