martes, 3 de noviembre de 2009

Don extraordinario


Si aquello que es don extraordinario,
y me toca con el borde de su velo,
y a mi menesterosa retórica levanta,
me rindo extasiada ante Tus plantas,
y mis ojos se elevan hasta el cielo.
Pequeña soy, Señor, soy tu desvelo,
y por mostrar Tú amor afable cantas
a través de la natura incomparable
en que inmersa está Tu excelsa gloria.
Entenderla es en mi insondable,
y en gozarla se halla mi victoria.